
CIUDADES
9 de abril a 29 de mayo 2022
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Las fotografías de Sebastián Román son gélidamente bellas. Ciudades que están en nuestro imaginario común, todas familiares, si bien inexistentes. Tenemos la sensación de que las conocemos porque las tenemos grabadas en nuestro subconsciente cultural, sin embargo, son la materialización, en forma de maqueta urbanística, de una pesadilla apocalíptica de su autor, el mundo tras la extinción de la raza humana. Un mundo deshabitado del que sólo queda su resto material en forma de ciudades hiper-tecnológicas y frías.
Al contemplar las fotografías de Sebas no dejo de preguntarme si ese será nuestro futuro y, sobre todo, me pregunto qué es lo que ha acabado con nosotros, ¿una bomba de neutrones?, ¿un virus asesino liberado de algún laboratorio? ¿La incapacidad para procrear? ¿La falta de recursos tras nuestro consumo insaciable?- . Algo tan salvajemente eficaz que acaba con los humanos, pero no con sus creaciones.
Produce escalofrios contemplar en las fotografías el vestigio del hombre sin el hombre, la huella de su capacidad tecnológica pero la certeza de su incapacidad frente a la grandeza inmisericorde de la naturaleza o su propia falta de autocontrol.
En el proceso creativo de Sebas están presentes, tres elementos fundamentales; por una parte, el estudio del vestigio, de la huella, del rastro_ elabora sus maquetas a partir de deshechos de ordenadores, de lo que ya nadie quiere, a partir del resto material más característico de nuestra era: la chatarra electrónica. Una antigua tarjeta de memoria se torna en la mente de Sebas en un rascacielos de Wall Street; lo que en otro momento fuera un teclado de ordenador es, en su universo, las viviendas unifamiliares que bordean una bahía de una gran ciudad_Todo tiene otra vida en el cosmos de este autor. Este es, precisamente, otro de los elementos con los que juega Sebas; el reciclaje, la segunda oportunidad de las cosas, la vida más allá de la utilidad.
El tercer aspecto que no debemos obviar en la obra de este artista es e l aspecto lúdico, el juego. No me cuesta nada imaginar al niño Sebas encerrado durante largas horas jugando a los legos, al tente, a los clicks. Creando mundos alternativos tal vez para espantar sus miedos o tal vez para tenerlos presentes o quizás, simplemente, divirtiéndose, recreando las mil y una películas futuristas que forman parte de nuestra filmoteca vital.